¿Deberían permitirse los perros en más campos de golf? Una publicación reabre el debate

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Fecha de Publicación:     10 de Noviembre de 2022

El debate sobre la presencia de los perros en los campos de golf no es nuevo, ni se cerrará definitivamente, pero se reabrió esta semana tras una entrevista de Golf Monthly a la comentarista y escritora de Sky Sports Golf Iona Stephen, una fiel defensora de la presencia de estos animales en los ‘fairways’ y los ‘roughs’ del mundo.

“Lo bueno de tener un perro o perros”, dijo Iona, “es que a ellos no les importa cómo has jugado o, de hecho, si tu última entrevista con un jugador salió bien o mal. Están contentos de verte pase lo que pase y es fácil entender por qué los cuidadores los llevan a hospitales y residencias como fuente de terapia”.

En Escocia, cuna del golf, le dan la razón a Stephen. Clubes como Wentworth, Sunningdale, The Berkshire, St. Andrews, Muirfield, Turnberry, Swinley Forest y Loch Lomond abren sus puertas a los perros, aunque con condiciones de comportamiento tan estrictas, y lógicas, como a los visitantes, y para ello ofrecen cursos de adiestramiento —a los animales y a sus tenedores— con el fin de garantizar las normas básicas y clásicas de etiqueta en el golf y en días específicos.

Muy cerca, en Irlanda la proporción cambia, los campos ‘dog-friendly’, como dirían allí son escasos, y al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos, la tendencia es igual.

A este lado del océano, muchos puristas preferirían que las águilas, los albatros y otros ‘pajaritos’ de menor tamaño fuesen los únicos animales aceptados en los campos de golf.

Sin ir muy lejos en el tiempo y en el espacio, Univisión reportó hace año y medio el caso de un hombre que mató a tiros a un perro en un campo de golf en Río Grande, Puerto Rico, por haber movido su bola en el hoyo 17. Un caso extremo, quizás, pero válido para reseñar el grado de intolerancia al que pueden llegar los ‘anti’.

Mucho más moderados y comunes son los casos de interferencia animal documentados por Cronista.com, que incluyen cocodrilos, tortugas clavadistas, patos, monos, osos y zorros que se roban las pelotas, entre otras especies salvajes, cuyos ejemplos muestran también lo que podría ocurrir, eventualmente, con los perros, si no cuentan con la instrucción adecuada.

En los grandes escenarios, no suele pasar de lo anecdótico, como la ardilla que desconcertó a Rory McIlroy en el Travelers Championship de 2008, o la gaviota que se robó la pelota de Colin Montgomery en el Nature Valley First Tee Open, siete años después... aunque eso también le ha pasado a más de un humano distraído.

Y usted, ¿qué opina?







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