Golf en prisión: el deporte les da una segunda oportunidad a internos en EE. UU.

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Fecha de Publicación:     20 de Octubre de 2025

“Jamás pensé que estaría jugando al golf, y mucho menos en prisión”.

Con esa frase, Nico, un interno del centro correccional Cedar Creek (Washington, EE. UU.), resume el espíritu de un proyecto que parece salido de una película, pero que es real: un club de golf dentro de una prisión.

El Cedar Creek Golf Club es una iniciativa lanzada por el superintendente del penal, Tim Thrasher, un aficionado al golf que cree en el poder transformador del deporte. En un entorno tradicionalmente asociado al castigo, Thrasher propuso introducir el golf como vehículo de disciplina, confianza y comunidad. Suena improbable, incluso temerario — después de todo, los internos tienen en sus manos maderas e hierros, herramientas que también pueden ser armas —, pero hasta ahora los resultados le dan la razón, analiza un reciente reportaje de Nick Piastowski para Golf.com.

Lo que comenzó con prácticas en un gimnasio con pelotas de espuma ha evolucionado a algo más serio: salidas controladas a campos reales, clases con voluntarios e incluso torneos internos. El objetivo no es crear golfistas profesionales, sino personas capaces de reinsertarse en la sociedad con otra actitud.

Una minoría que puede prosperar

La socióloga Kimora, profesora adjunta en la Universidad John Jay de Justicia Criminal en Nueva York, apoya firmemente la idea. “Estos chicos son una pequeña minoría de personas que probablemente lo van a hacer extremadamente bien cuando salgan. No solo sobrevivirán, van a prosperar. Y eso es lo que hace tan valioso lo que está ocurriendo acá. Y es tan raro”.

Mientras tanto, en los ‘tees’ improvisados de Cedar Creek, el ambiente es distendido. Hay risas, bromas entre compañeros y una sensación extraña de normalidad. El golf, ese deporte asociado históricamente a la élite, aquí se convierte en una forma de redención.

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Nico, Rodron, Tejuan, Brandon… Todos tienen condenas que cumplir, algunos por delitos graves. Pero en ese pequeño campo entre rejas, vestidos con camisetas blancas y pantalones caqui, son simplemente jugadores compartiendo el mismo juego y el mismo objetivo: volver a empezar.

Resultados que invitan a repensar

Según datos del Departamento de Justicia de EE. UU., alrededor de dos tercios de los liberados vuelven a prisión. En el caso del club de golf de Cedar Creek, hasta ahora, ninguno de sus miembros ha reincidido. El programa aún es joven, pero sus primeros indicios son prometedores.

La propuesta no es que todas las cárceles abran campos de golf, sino que el enfoque punitivo puede y debe ser reemplazado por uno restaurativo, centrado en la empatía, la comunidad y el crecimiento personal.

Como dice la profesora Kimora: “No se trata solo del golf. Se trata de humanos interactuando con otros humanos. De eso se trata la rehabilitación”.

Fotografía: Darren Riehl - Golf.com





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